Aportes de las inmigraciones europeas del siglo XIX al desarrollo deportivo en Uruguay (I): una visión panorámica

03/04/2023

por Gastón Laborido (gaston_laborido1@hotmail.com)

La inmigración en el Uruguay del siglo XIX

Entre 1825 y 1830 se generaron acontecimientos que dieron como resultado la formación del Estado Oriental independiente. Los sucesos transcurren desde la formación de un Gobierno Provisorio en Florida y que tendrá como episodio relevante la Convención Preliminar de Paz, celebrada en 1828 entre delegados del Imperio del Brasil, de las Provincias Unidas y de Inglaterra, bajo la mediación del Lord John Ponsonby. Los resultados de esta Convención fueron ratificados el 4 de octubre de 1828.

La situación del naciente Estado Oriental era crítica, luego de varios años de revolución y lucha por la independencia (1810-1830). Presentaba un atraso económico caracterizado por la monoproducción ganadera con un sistema de explotación arcaica. A esto, le sucedió la Guerra Grande (1839-1852), que involucró las tendencias políticas del Uruguay y la Confederación Argentina (blancos y colorados: federales y unitarios), el Imperio del Brasil y las potencias industriales en expansión como Inglaterra y Francia. Luego de la Guerra Grande, es que se roturaron tierras. En cuanto al sistema de propiedad, en el medio rural predominó, hasta el día de hoy, el latifundio. En consecuencia, surge un antagonismo entre el campo y la ciudad como núcleos opuestos.

En los primeros años de vida independiente del país la población y su densidad eran escasas. Los historiadores estiman que en 1830 había 74.000 habitantes, de los cuales 14.000 estaban en Montevideo (20%) y 60.000 (80%) en los veinticuatro poblados entonces existentes en el resto del país (Castellanos, A., 2011). Por otro lado, la densidad de población era de 0,4 habitantes por km2.

Esa problemática se fue superando paulatinamente en la segunda parte del siglo XIX, producto de transformaciones decisivas que comenzaron durante el período 1830-1860, en el cual la población se duplicó como resultado de la llegada de miles de inmigrantes, destacándose los de origen europeo. El grueso de los inmigrantes llegó desde Europa y desde diferentes regiones del área cultural latina: canarios, vascos, gallegos, catalanes, piamonteses, calabreses, sicilianos, bearneses y bretones. También llegaron ingleses, escoceses, irlandeses, suizos, alemanes, austrohúngaros, eslavos. Desde el sur del Brasil se trasladaron también nuevos pobladores, en una invasión pacífica que caracterizó la presencia lusitana en el país.

La población de Europa en el siglo XIX tuvo una expansión notoria. No se trato tanto de una tasa de natalidad más elevada sino de un abatimiento de los índices de mortalidad, debido a mejoras sanitarias y alimenticias además de una sostenida natalidad rural. Esta «revolución demográfica» llevó a una escasez de espacios libres. Las olas migratorias consecuencia principalmente del crecimiento acelerado de la población se vieron estimuladas también por diversos factores generales; la expansión industrial y comercial, la presión demográfica, las perturbaciones agrícolas derivadas de las cosechas, la disminución de industrias artesanales y del número de trabajadores domiciliarios, el aumento de los mercados para las materias primas de ultramar, los progresos en la navegación favorecieron los desplazamientos transoceánicos. En el caso de la Banda Oriental y, por ende particularmente de Montevideo, no existía una significativa presencia indígena poseedora de una poderosa cultura y el proceso de afincamiento de los inmigrantes se simplificó. En los hechos se importó la cultura ibérica con los primeros pobladores. Esto sería la base ante los diferentes aportes provenientes del torrente inmigratorio. (Luzuriaga, J.C., 2010, p. 1004)

Dentro de los flujos migratorios se puede distinguir varias oleadas. De acuerdo al historiador uruguayo Oscar Mourat (citado en N. Duffau y R. Pollero, 2016), la primera de ellas comprende el período 1830-1850 aproximadamente, en el cual, se movilizó entre 40.000 y 45.000 inmigrantes aproximadamente. Hacia 1835 arribaron canarios, vascongados, navarros y gallegos, pero a partir de 1837 en su mayoría los inmigrantes eran de origen francés. La inmigración francesa así como la italiana se acentuó a partir de 1838, con el bloqueo marítimo a Buenos Aires (N. Duffau y R. Pollero, 2016).

Hacia 1840 (a comienzos de la Guerra Grande) la población del país fue estimada en 140.000 habitantes, de los cuales cerca de 40.000 en Montevideo (Barrán, J.P., 2011). Como señalan N. Duffau y R Pollero (2016) “Los inmigrantes llegaban como recurso para solucionar el grave problema de la reducción de oferta de mano de obra a la que se enfrentaba el nuevo Estado (…)” (p. 216).

Al finalizar la Guerra Grande en 1852, las consecuencias fueron perjudiciales para el desarrollo económico y social del país. El gobierno del presidente Juan Francisco Giró en 1852 resolvió hacer el Primer Censo Nacional, en el cual se constató que la población había descendido a 132.000 y la de Montevideo a 34.000. La población descendió producto de la Guerra, de la huida de orientales a regiones fronterizas y también porque una porción grande de los inmigrantes europeos emigraron. Esto acentuó la escases de mano de obra y dificultó la recuperación ganadera y saladeril.

De esta manera, finalizada la Guerra Grande comenzaba la segunda oleada de inmigración, que ocurrió entre 1850 y 1860, involucrando a unas 70.000 – 75.000 personas, esta vez con mayoría de italianos, seguidos por españoles, que conformaron el grueso aporte europeo. Estos grupos se establecieron mayormente en la capital y sobre todo los italianos y canarios se abocaron al trabajo de chacra.

(…) El largo período bélico habría tenido su costo en vidas y en pérdida de hábitos de trabajo de algunos sectores de la población; a ello se sumaba, como lo señalamos oportunamente, la disminución de la mano de obra esclava con la prohibición del tráfico y finalmente la abolición de la esclavitud. Las autoridades decidieron fomentar la inmigración europea, aceptando propuestas de colonización presentadas por contratistas privados. Los introductores estaban autorizados por el Estado a costear el pasaje y contratar a inmigrantes europeos pobres, quienes venían al país a realizar un trabajo remunerado que no siempre colmaba sus expectativas, que se generaron vínculos de dependencia muy estrechos y situaciones que rozaban la explotación. (N. Duffau y R. Pollero, 2016, p. 216).

La institución que impulsó el fomento y la protección de los inmigrantes, fue creada a fines de 1865, “(…) e inició una activa propaganda en puertos y ciudades mediterráneas para atraer trabajadores (…)” (N. Duffau y R. Pollero, 2016, p. 217). En esa década, se estableció una colonia agrícola suiza y hacia 1870 se consolidó colonia valdense. También arribaron inmigrantes muy pobres del sur de Italia, configurando la oleada mayoritaria en relación a los otros contingentes inmigratorios.

Un tercer momento clave dentro del proceso de inmigraciones europeas al Uruguay en el siglo XIX, corresponde al período posterior a 1880, en el cual los inmigrantes se radicaron mayoritariamente en el medio urbano y particularmente en la capital del país. Para esa época se estima que el Uruguay tenía una población de 700.000 habitantes, de los cuales casi la mitad eran extranjeros. Aquí llegaron nuevamente italianos del sur, que trabajaron en tareas de agricultura en las periferias de la capital, mientras que otros se convirtieron en artesanos o en trabajadores urbanos. También en esos años, ingresaron al país franceses y españoles (que se desempeñaron mayormente en tareas de servicios).

El deporte en las colectividades extranjeras

La llegada de inmigrantes europeos entre 1830 y 1850, provocó cambios importantes para el Uruguay en diferentes esferas. Por un lado, creció el tráfico marítimo en el puerto de Montevideo y el comercio exterior se acentuó. En este sentido, el aporte de los inmigrantes europeos fue fundamental para el desarrollo económico del país. Por otro lado, la afluencia creciente de inmigrantes y la formación de las colectividades extranjeras fueron muy importantes para el desarrollo deportivo en el Uruguay, aunque aquellas primeras manifestaciones se caracterizaban por su vaguedad e imprecisión. Fue un fenómeno esencialmente urbano y se destacaron en el período las colectividades inglesa, francesa, suiza, española e italiana. Las primeras manifestaciones se dieron  alrededor de la pelota de mano y el cricket.

El deporte en este período se reduce al interior de las colonias de extranjeros residentes en Montevideo y en algunas localidades del interior donde iba llegando el ferrocarril y se radicaban empresas de estos forasteros. Este proceso consistió esencialmente en la fundación de clubes deportivos. Éstos, de carácter eminentemente democráticos –a imagen y semejanza de sus originarios de Inglaterra- fueron dirigidos en este período por los propios deportistas (…) (Gomensoro, A., 2015, p. 10)

En ese sentido, de acuerdo a J. Buzzetti y E. Gutiérrez Cortinas (1965) “cada sector extranjero conservó fielmente su modalidad deportiva, sin mezclarse entre ellos, sin intervención de los criollos” (p. 20). Con el correr del tiempo, se fueron acercando progresivamente algunos integrantes del patriciado oriental. En consecuencia, en esta etapa inicial, los clubes y sociedades deportivas que fundaron los inmigrantes se caracterizaron por ser totalmente independientes del Estado, que permaneció ajeno a este nuevo fenómeno social.

En el Uruguay, la práctica de los deportes modernos surgió naturalmente en la colectividad británica. El deporte llegó a Montevideo en el siglo XIX, cuando los ingleses lo introdujeron en el Río de la Plata y en otras partes del mundo, de la mano del ferrocarril, intercambios con la marinería y de la acción de los colegios ingleses. Como señala J. C. Luzuriaga (2009), su difusión en la sociedad uruguaya siguió la misma lógica que en Gran Bretaña y en otros países, pasando de las elites al resto de la población en forma de cascada. De esta manera, los ingleses practicaron diversos deportes en Montevideo, destacándose el cricket, remo, rugby, fútbol, atletismo, natación, waterpolo.

Los italianos jugaban a las bochas, esgrima y el pallone. El pallone era un juego o deporte romano, era como un juego de pelota ante un frontón y después fue en un campo abierto. Se practicó con equipos de 4 jugadores portando un bate (similar al cricket).

Los vascos jugaban a la pelota de mano. Algunos consideran que los partidos de pelota vasca, fueron una de las primeras manifestaciones deportivas en el país y en América, que movilizó a mucha gente. En el Uruguay, la primera modalidad de juego de pelota fue sin pared, hacia 1830; más tarde adoptó la pala y cesta.

Los franceses introdujeron la gimnasia, los suizos el tiro federal, los ingleses el cricket, rugby y fútbol.

Por otra parte, la presencia de extranjeros determinó también la enseñanza de deportes. Los italianos y franceses practicaban y competían en esgrima y gimnasia. En consecuencia, aparecieron los “maestros de gimnasia, tiro y esgrima”.

El surgimiento de los clubes deportivos y su matriz británica

Entre 1830 y 1855 se encuentran las bases del desarrollo deportivo en el Uruguay. Lo más importante en este período, fue la fundación del primer club: el Victoria Cricket Club, fundando por los ingleses, que llevaban el espíritu del deporte, en octubre de 1842. La institución tuvo entre sus concurrentes asociados a la zona de su creación, Pueblo Victoria (próximo al Paso Molino), próximo al saladero del inglés Samuel Lafone, quien fue uno de los impulsores del club. El nombre fue en honor a la reina de Inglaterra, aunque algunas versiones plantean que se debe a la localidad donde realizaban la actividad.

Los concurrentes realizaban todos los jueves los “Días de Sport” a través de prácticas y partidos de Cricket, deporte más popular en Inglaterra en esa época. Allí estuvo el primer campo de deportes del Uruguay, por esto es que se considera que fueron los ingleses quienes introdujeron el deporte en el Uruguay. Mientras tanto, en Argentina, comienza un proceso similar al Uruguay, caracterizado por la fundación inglesa de clubes a lo largo del siglo XIX.

El club tuvo una breve historia, ya que desapareció como consecuencia del sitio a Montevideo establecido por las fuerzas del Partido Blanco (con apoyo argentino) encabezadas por el Brigadier Oribe y que se prolongó durante toda la Guerra Grande, hasta 1851. Esto implicó, que los ingleses no pudieran salir más de los muros de la ciudad.

Referencias:

  • BARRÁN, José Pedro (2011). Apogeo y crisis del Uruguay pastoril y caudillesco. 1839-1875. Historia Uruguaya. Tomo 6. Montevideo: Banda Oriental.
  • BUZZETTI, José y GUTIÉRREZ CORTINAS, Eduardo (1965). Historia del deporte en el Uruguay (1830-1900). Montevideo: Ed. De los autores.
  • CASTELLANOS, Alfredo (2011). La Cisplatina, la Independencia y la República caudillesca. Historia Uruguaya. Tomo 5. Montevideo: Banda Oriental.
  • DUFFAU, Nicolás y POLLERO, Raquel (2016). Población y sociedad. En: G. Caetano (Dir.) y A. Frega (Coord.), Revolución, Independencia y construcción del Estado (pp. 175-221). Montevideo: Planeta.
  • GOMENSORO, Arnaldo (2015). Historia del Deporte, la Recreación y la Educación Física en Uruguay. Crónicas y relatos. Montevideo: IUACJ.
  • LABORIDO, Gastón (2018). Origen de las actividades físicas, recreativas y deportivas en Montevideo. En: NEXO Sport (n° 429), dic. 2018, Montevideo (pp. 20-23).
  • LUZURIAGA, Juan Carlos (2009). El football del novecientos. Orígenes y desarrollo del fútbol en el Uruguay (1875-1915). Montevideo: Santillana.
  • LUZURIAGA, Juan Carlos (2010). Los procesos inmigratorios en el Uruguay del Siglo XIX: visión de conjunto. XIV Encuentro de Latinoamericanistas Españoles: congreso internacional, set. 2010, Santiago de Compostela, España, pp. 1002-1018.
  • PI HUGARTE, Renzo y VIDART, Daniel (1969). El legado de los inmigrantes (II). Montevideo: Nuestra Tierra.
  • REISCH, Matilde (2012). Movimiento clubista y desarrollo deportivo en el Uruguay. En: Cuadernos de Historia 8, Montevideo: Biblioteca Nacional (pp. 19-33).

Para Fernando…

10/02/2023

Fernando

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“A Desalambrar

Daniel Viglietti

 

Yo pregunto a los presentes

Si no se han puesto a pensar

Que esta tierra es de nosotros

Y no del que tenga más

 

Yo pregunto si en la tierra

Nunca habrá pensado usted

Que si las manos son nuestras

Es nuestro lo que nos den

 

A desalambrar, a desalambrar

Que la tierra es nuestra, es tuya y de aquel

De Pedro y María, de Juan y José”

 

—xxx—

Tudo passa rápido, e de repente tudo é história…

Há muito tempo atrás, ainda estava fazendo meu mestrado, não sei bem como, caiu em minhas mãos um boletim dedicado a discutir “ocio, recreación y tiempo libre” produzido por uns colegas colombianos. Naqueles tempos anteriores à internet, escrevi uma carta ao editor a fim de me apresentar e manifestar o desejo de manter contato.

Meses depois, recebo a resposta e um pacote com todos os números do boletim. A troca foi intensa e generosa, mas ao fim, não conseguimos manter o contato. Tudo era mais difícil naqueles tempos.

Anos depois, fui a Bogotá, convidado por Esperanza e Carlos Osorio para fazer uma conferência sobre lazer. Ao final de minha fala, chegou até mim um colega e se apresentou: “Olá, sou Victor Molina, mantivemos contato por carta há alguns anos atrás”.

Aquela trama do destino me encantou e de pronto conversamos muito. Meses depois, ele me convidou para uma conferência em Medellin. Quem me buscou no aeroporto foram dois outros colegas, Saul Franco, com seu carro apelidado de “El Gran Colorado”, e José Fernando Tabares. Não podia imaginar que dali sairiam milhões de projetos e uma amizade preciosa. Para ser sincero, comecei a desconfiar pela noite, quando rimos muito, conversamos muito, compartilhamos muitas ideias e tomamos muitas cervejas, muitas “Club Colômbia”. Parecia que nos conhecíamos há décadas!

Havia um fermento forte a nos unir: a ideia de que precisamos combater os privilégios para construir um mundo mais justo e menos desigual; e isso passava por uma América Latina livre, soberana e fraterna.

Não era um sonho original. É um sonho de gerações. Mas só se propaga porque há elos da corrente. E assim nos pensando, como elos da corrente, fizemos muitas coisas juntos, muitos projetos, sonhamos e realizamos juntos, e nos divertimos, confraternizamos. Muita gente mais se envolveu nessa história que começa com uma ocasionalidade do destino.

Hoje, recebi a notícia da morte de Fernando. Fazia tempo que não nos víamos e nem nos falávamos. Coisas da vida. As lágrimas não cabem no meu peito, não param de brotar dos meus olhos. Lágrimas de tristeza, sim, mas também de felicidade por tudo que vivemos juntos. Tive o privilégio de desfrutar do companheirismo e das reflexões de um dos líderes dos debates sobre o lazer na Colômbia e na América Latina. Tive o privilégio de compartilhar momentos lindos com esse cara bem-humorado, amoroso, terno, mas também duro no debate e firme nas reflexões. Hay que endurecerse, pero sin perder la ternura jamás…

Irmão querido, descansa em paz. Obrigado por tudo. Sua missão foi cumprida. Nós seguiremos na missão até o dia de nos reencontrarmos em outro plano. Até lá, saiba que você permanecerá em nossas lembranças e corações.

Victor Melo


Novo título – “Pequeno, mas de grandes iniciativas”: o Vila Isabel Futebol Clube

09/01/2023

Estimados e estimadas

Com alegria, comunicamos o lançamento de mais um título da coleção “História do Esporte: olhares e experiências”: “PEQUENO, MAS DE GRANDES INICIATIVAS”: O VILA ISABEL FUTEBOL CLUBE (1910-1941). De autoria de Bruno Adriano Silva e Victor Melo, o intuito do livro é, ao discutir a trajetória da agremiação, dedicar atenção a sua participação no delineamento de um perfil para o bairro no qual se encontrava, perceber como suas ações se imbricavam com o entorno de sua sede.

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* “Pequeno, mas de grandes iniciativas”: o Vila Isabel Futebol Clube

Bruno Adriano Rodrigues da Silva

Victor Andrade de Melo

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Vila.Isabel.EBOOK.2022.CORRETO

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https://www.yumpu.com/es/document/view/67466257/vilaisabelebook2022correto

Outros títulos da coleção disponíveis são:

* Quando a Lagoa era subúrbio: os clubes náuticos, a produção do espaço e o processo de gentrificação

Victor Andrade de Melo

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https://historiadoesporte.wordpress.com/2022/02/23/quando-a-lagoa-era-suburbio-os-clubes-nauticos-a-producao-do-espaco-e-o-processo-de-gentrificacao-novo-titulo/

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https://www.yumpu.com/pt/document/view/67466349/suburbiolagoageralmaterialebook

* Um bairro, um esporte, uma agremiação: o Tijuca Tênis Clube (1915-1931)

Bruno Adriano Rodrigues da Silva

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https://historiadoesporte.wordpress.com/2021/09/27/um-bairro-um-esporte-uma-agremiacao-o-tijuca-tenis-clube-1915-1931-novo-titulo/

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https://www.yumpu.com/pt/document/view/67466358/tijucatenisclub2021ebook

* A Barra da Tijuca, os Clubes Recreativos e o Processo de Urbanização

Victor Andrade de Melo e João M. C. Malaia dos Santos

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https://historiadoesporte.wordpress.com/2021/08/08/um-olhar-sobre-as-revistas-abrahao-barra-da-tijuca-colecao-historia-do-esporte-olhares-e-experiencias/

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https://www.yumpu.com/pt/document/view/67466365/suburbiobarraclubesgeral2021ebook

* “Braço é Braço”: o Sportsman Abrahão Saliture

Victor Andrade de Melo

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https://historiadoesporte.wordpress.com/2021/08/08/um-olhar-sobre-as-revistas-abrahao-barra-da-tijuca-colecao-historia-do-esporte-olhares-e-experiencias/

– Versão ePaper

https://www.yumpu.com/pt/document/view/67466367/abrahaosalitureebook2021

Outros títulos disponíveis:

*  A Vida Sportiva de Nichteroy

Victor Andrade de Melo

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https://historiadoesporte.wordpress.com/?s=Nictheroy

* Rio Esportivo

Victor Andrade de Melo

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https://historiadoesporte.wordpress.com/?s=rio+esportivo

* Primórdios do Esporte no Brasil- Rio de Janeiro

Victor Andrade de Melo

Fabio de Faria Peres

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https://historiadoesporte.wordpress.com/2021/06/26/mais-um-livro-disponivel-primordios-do-esporte-no-brasil-rio-de-janeiro/

* Esporte Movimento – Tesouros do Esporte: História em Movimento

Victor Andrade de Melo

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https://historiadoesporte.wordpress.com/2021/06/19/exposicao-esporte-movimento-tesouros-do-esporte-historia-em-movimento-catalogo-para-download/

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Los aportes ingleses al desarrollo deportivo montevideano en el siglo XIX

19/12/2022

por Gastón Laborido (gaston_laborido1@hotmail.com)

 

Inglaterra: “cuna” del Deporte Moderno

Como señala R. Velázquez Buendía (2001), lo que hoy se conoce como deporte surgió mediante un proceso de transformación de juegos y pasatiempos tradicionales iniciado por las elites sociales y en el que tuvieron un papel clave las “publics schools” y los “clubs” ingleses. Por lo tanto, el deporte moderno como institución y fenómeno de las actuales sociedades es producto de una ruptura histórica, nació en Inglaterra, cuna de la Revolución Industrial y espacio clásico del modo de producción capitalista, a fines del siglo XVIII y en los albores del XIX, y adquiere una enorme complejidad social y cultural a partir de la segunda mitad del siglo XIX. La revolución industrial estableció la diferencia entre tiempo de trabajo y tiempo de ocio, en cual el deporte pasó a ocupar un lugar significativo.

A su vez, el deporte como institución social propia de las sociedades industriales, tiene una compleja organización, cargado de instituciones, parámetros organizativos, multiplicidad de roles nítidos y sin significación religiosa. En consecuencia, el deporte moderno posee características diferenciales que se originan en las circunstancias sociales y ambientales creadas por el desarrollo de la civilización industrial durante el siglo XIX. Posteriormente, fábricas y deportes se exportaron a prácticamente todo el resto del mundo, creando una nueva etapa de la que el deporte es parte substancial de este fenómeno. 

El deporte moderno es propio de Inglaterra y se caracteriza por: una actividad física e intelectual humana; de naturaleza lúdico/competitiva; institucionalizada que permite el reconocimiento, el control, el desarrollo y la implantación de reglamentos; regidas por reglas que definen las características de la actividad y de su desarrollo; con parámetros organizativos; multiplicidad de roles nítidos y sin significación religiosa. 

Una de las instituciones fundamentales del deporte moderno es el club. El club, entendido como asociación de individuos que se agrupan por tener los mismos intereses nace en Inglaterra antes del siglo XIX. Los primeros clubes deportivos que surgieron fueron fundados con carácter restrictivo por los aristócratas ingleses: el Royal and Ancient Golf Club en 1754 y el Marylebone Cricket Club en 1787. 

La consolidación del deporte moderno es un fenómeno paralelo a la consolidación del imperialismo del siglo XIX. El imperio británico exportó sus prácticas deportivas a los cinco continentes, junto con sus mercancías. De esta manera, se difundió la cultura británica y el fenómeno deportivo, teniendo en algunos territorios mayor receptividad que en otros.

 

Movimiento clubista en Montevideo y desarrollo de los Sports

La presencia inglesa en el Río de la Plata se remonta a la época colonial y se intensificó a partir del momento en el cual se profundizaron los cambios del proceso de la Revolución Industrial en aquel país a mediados del siglo XVIII.

Uno de los episodios en los cuales se evidencia la presencia inglesa en el Rio de la Plata, ocurrió entre 1825 y 1830. Allí se generaron acontecimientos que dieron como resultado la formación del Estado Oriental independiente. Los sucesos transcurren desde la formación de un Gobierno Provisorio en Florida y que tendrá como episodio relevante la Convención Preliminar de Paz, celebrada en 1828 entre delegados del Imperio del Brasil, de las Provincias Unidas y de Inglaterra, bajo la mediación del Lord John Ponsonby. Los resultados de esta Convención fueron ratificados el 4 de octubre de 1828. Uno de los puntos de la Convención Preliminar de Paz, estableció que se debía instalar un Gobierno Provisorio y una Asamblea Legislativa Constituyente que tendría como tarea elaborar la primera Constitución del Uruguay, jurada el 18 de julio de 1830. Así, se inició el Estado Oriental del Uruguay como libre e independiente.

La situación del naciente Estado Oriental era crítica, luego de varios años de revolución y lucha por la independencia (1810-1830). Presentaba un atraso económico caracterizado por la monoproducción ganadera con un sistema de explotación arcaica. A esto, le sucedió la Guerra Grande (1839-1852), que involucró las tendencias políticas del Uruguay y la Confederación Argentina (blancos y colorados: federales y unitarios), el Imperio del Brasil y las potencias industriales en expansión como Inglaterra y Francia. Luego de la Guerra Grande, es que se roturaron tierras. En cuanto al sistema de propiedad, en el medio rural predominó, hasta el día de hoy, el latifundio. En consecuencia, surge un antagonismo entre el campo y la ciudad como núcleos opuestos.

En el Uruguay, la práctica de los deportes modernos surgió naturalmente en la colectividad británica. El deporte llegó a Montevideo en el siglo XIX, cuando los ingleses lo introdujeron en el Río de la Plata y en otras partes del mundo, de la mano del ferrocarril, intercambios con la marinería y de la acción de los colegios ingleses. Como señala J. C. Luzuriaga (2009), su difusión en la sociedad uruguaya siguió la misma lógica que en Gran Bretaña y en otros países, pasando de las elites al resto de la población en forma de cascada.

Entre 1830 y 1855 se encuentran las bases del desarrollo deportivo en el Uruguay. Lo más importante en este período, fue la fundación del primer club: el Victoria Cricket Club, fundando por los ingleses, que llevaban el espíritu del deporte, en octubre de 1842. La institución tuvo entre sus concurrentes asociados a la zona de su creación, Pueblo Victoria (próximo al Paso Molino), próximo al saladero del inglés Samuel Lafone, quien fue uno de los impulsores del club. El nombre fue en honor a la reina de Inglaterra, aunque algunas versiones plantean que se debe a la localidad donde realizaban la actividad. 

Los concurrentes realizaban todos los jueves los “Días de Sport” a través de prácticas y partidos de Cricket, deporte más popular en Inglaterra en esa época. Allí estuvo el primer campo de deportes del Uruguay, por esto es que se considera que fueron los ingleses quienes introdujeron el deporte en el Uruguay. Mientras tanto, en Argentina, comienza un proceso similar al Uruguay, caracterizado por la fundación inglesa de clubes a lo largo del siglo XIX.

El club tuvo una breve historia, ya que desapareció como consecuencia del sitio a Montevideo establecido por las fuerzas del Partido Blanco (con apoyo argentino) encabezadas por el Brigadier Oribe y que se prolongó durante toda la Guerra Grande, hasta 1851. Esto implicó, que los ingleses no pudieran salir más de los muros de la ciudad. 

 

El cricket

Si bien existió en nuestro país la experiencia del Victoria Cricket Club, entidad creada en 1842, hubo que esperar hasta la década del sesenta del siglo XIX para ver el surgimiento de los primeros clubes deportivos estables.

Diez años después de la paz del 8 de octubre de 1851 y de la mano de los residentes ingleses, influyentes hombres de negocios, comercio, actividades agropecuarias y de empresas como ferrocarriles, tranvías, aguas corrientes; se consolidará el deporte moderno e institucionalizado en Montevideo.

La fecha que da nacimiento al deporte continuado en el Uruguay, fue el 18 de julio de 1861, cuando en coincidencia con la fecha patria del 31 aniversario de la Jura de la primera Constitución del Uruguay, se fundó el Montevideo Cricket Club en una reunión celebrada en la Confitería Oriental (donde hoy está ubicado el Edificio Central del Banco República), sitio de reuniones de la alta sociedad y de hombres de empresa y negocios. Sus fundadores y primeros integrantes fueron ingleses, que provenían de diferentes áreas, entre ellos se destacan los pioneros del Victoria Cricket Club: J. Pickering, H. Hughes, R. Mac Lean. Junto a ellos participaron hombres vinculados al Banco de Londres y del Río de la Plata y Comercial (O`Neill y Lawry, Ruding y Fuller); a la francomasonería (Lumb, Towers, Fortes, Crane); al Templo Inglés (Hocquart y Adam); quien fuera el primer presidente del “English Club” en 1868 (Krabble); quienes fundarían posteriormente el Montevideo Rowing Club (Gigson, Miles, Stirling, Onslow); comerciantes británicos (Gowland y Oldman), quien construyera el Teatro Solís (Thomas Harver); entre otras personalidades británicas.  

El club tuvo entre sus socios representantes de todos los sectores de la colectividad británica. En 1863 se instala en Montevideo la sucursal del Banco de Londres, y sus funcionarios se asociaron al Montevideo Cricket Club. Como señala J. C. Luzuriaga (2009), dentro de sus miembros asociados, habían tres categorías: a- los de nacionalidad británica y sus hijos, agrupados por sus ocupaciones; b- los oficiales de las naves británicas de estación en el puerto de Montevideo; y c- los alumnos de los centros educativos británicos.

El objetivo deportivo inicial del club se encontraba en la práctica del cricket, basado en los reglamentos de 1774 y las posteriores modificaciones establecidas por el Marylebone Cricket Club de 1787 (fundando en Londres, uno de los clubes de cricket más antiguos y prestigiosos del mundo). El cricket como deporte, tiene sus antecedentes en juegos del siglo XVI, ya en el siglo XVIII gozaba de gran popularidad en las villas y ciudades inglesas.

En 1862 se registra la primera importación desde Inglaterra de material deportivo que conoce el Uruguay: bates y pelotas para la práctica del Cricket, directamente realizada por el Montevideo Cricket Club, estableciendo contactos con el Buenos Aires C. C. De acuerdo a J. Buzzetti y E. Gutierrez Cortinas (1965), citan una nota del diario “El Siglo” del año 1863, que señalaba: “los ingleses se divierten jugando al cricket en una quinta cercana a la Unión y los alemanes haciendo rodar el bolo, en el establecimiento titulado Au Cabanon Chez Pascal”. Para algunos autores, esta sería la primera crónica deportiva criolla.

 

El remo

El proceso económico uruguayo del último cuarto del siglo XIX implicó la fuerte presencia británica en la región. En este sentido, como indican J. Buzzetti y E. Gutiérrez Cortinas (1965) “en ese clima general, también se extendió el deporte. Y por primera vez se empieza a agitar el ambiente tras la fundación de un club deportivo de regatas, que tomó concreción dentro de la colectividad inglesa” (p. 40).

El 8 de mayo de 1874 surgió una nueva institución deportiva de residentes británicos, un club de remeros: el Montevideo Rowing Club. El contacto portuario y naviero inspiró a un grupo de residentes ingleses a la organización del club. Muchos de sus fundadores estaban ligados directamente a las tareas del puerto: eran dueños de barracas de importación (como Wilson o Elliot); o de muelles particulares (como los de Victoria y Colón); o los industriales relacionados con la reparación de barcos y varaderos (como Federico Humphereys); o simplemente residentes ingleses que ya habían practicado remo en el Támesis (como Fraser o Ludeke). Todos ellos dieron el impulso para fundar un club de remo, ya que los criollos se mostraban indiferentes a deportes como este, aún siendo un país con extensas costas marítimas y fluviales.

La fuerte presencia inglesa en el Río de la Plata supuso la implantación de los deportes modernos. Antes de la fundación del Montevideo Rowing Club, en Argentina el remo comenzó hacia 1857-1858 en la Recoleta. En 1873 apareció el Buenos Aires Rowing Club y tuvo su réplica en Montevideo.

El Montevideo Rowing Club fue fundado en el Hotel Central de Montevideo y según sus actas se reunió la Asamblea Preliminar constitutiva el 8 de mayo de 1874. Sus fundadores fueron 48 y se nombró como presidente de esa asamblea a Samuel Alejandro Lafone Quevedo, quien era hijo del inglés Samuel Fischer Lafone, importante dueño de saladeros de Montevideo. Samuel A. Lafone, al igual que su padre era una figura importante en las esferas económicas y sociales en el Río de la Plata, ligado estrechamente al capital británico. A su vez, Samuel A. Lafone tenía trayectoria en la práctica del remo, en 1870 tripuló el “Lala” que ganó la primera regata trascendente del remo argentino entre el Tigre y el muelle de Buenos Aires. 

 

El turf

La influencia británica se aprecia en el turf, por ejemplo, en las primeras carreras de caballos en Montevideo. En enero de 1855 se iniciaron las carreras extranjeras llamadas también inglesas en las inmediaciones del saladero de Legrís.

Arnaldo Gomensoro (2015) señala que las carreras “a la inglesa” tenían como escenario los hipódromos. El primero de ellos se construyó en Punta Carretas en 1861, donde hoy se ubica el centro comercial (shopping) de esa zona.

En la década del 70 del siglo XIX, más allá de la Plaza de Toros de la Unión funcionaba otro hipódromo inaugurado en 1867 para “Carreras Nacionales”, ubicado en las proximidades de Maroñas a impulso de la “Sociedad Hípica” presidida por el Gral. Francisco Caraballo. Como indica Aníbal Barrios Pintos (1971), hay registros de que en enero de 1872 corrían caballos de José Pedro Ramírez y del Gral. Caraballo y la prensa daba la cifra de $40.000 apostada a los caballos favoritos. 

En 1875 Tomas Tomkinson y un grupo de ingleses estableció un hipódromo en Maroñas con la denominación de “Carreras de los ingleses”, que rápidamente dio animación a la zona. Este hipódromo fue construido en 1874 por la comunidad inglesa. El nombre que recibió el escenario fue “Nuevo Circo Pueblo Ituzaingó”, pero era conocido como el “Circo de Maroñas” en referencia al antiguo propietario de las tierras donde se instaló y donde está emplazado actualmente. Esos terrenos pertenecieron a Juan Maroñas, un importante pulpero de la zona.

El nombre originario del Hipódromo está vinculado al lugar donde nació. Del 19 de octubre de 1874 datan los planos del Pueblo Ituzaingó realizados por Demetrio Isola. En el siglo XX se transformó en uno de los barrios de Montevideo. Originariamente las calles llevaban nombres tales como Victoria, 18 de Julio, Cerrito, Sociedad Hípica. El barrio se trazó en torno a una capilla que había mandado erigir el ciudadano José Pedro Ramírez alrededor de un cuarto de siglo antes, por 1850. Dicha capilla es hoy la iglesia parroquial de Santa Rita y además santuario nacional de dicha santa católica.

El 15 de noviembre de 1888 se fundó el “Jockey Club” de Montevideo. Este hecho fue fundamental en la historia del Hipódromo de Maroñas, debido a que poco tiempo después el escenario fue adquirido por el Jockey Club de Montevideo, organizando las primeras Carreras Nacionales. El hipódromo fue inaugurado oficialmente el domingo 3 de febrero de 1889 la institución inició sus actividades organizando su primera reunión hípica. La primera carrera contó con una numerosa concurrencia, con la asistencia del entonces presidente de la República, general Máximo Tajes, quien fue uno de los representantes de los poderes públicos, dirigentes y socios del “Jockey Club” y miembros de la sociedad montevideana. El club tuvo como primer Presidente a Pedro Piñeyrúa y como vicepresidente a José Pedro Ramírez; Horacio Areco su tesorero y Carlos Sánez de Zumarán como secretario. 

 

El fútbol

En Inglaterra la práctica del fútbol se inició en los colegios secundarios. La misma lógica se repitió en los colegios ingleses de todo el mundo y obviamente también en Uruguay.

En 1874 se creó en Montevideo The English High School y realizó el mismo tipo de enseñanza que la que desarrollaba en Buenos Aires su homónimo, bajo la dirección de Alexander Watson Hutton. Era basada en formación intelectual y cultura física, promoviendo la práctica de todos los deportes. Watson Hutton fue pionero en el desarrollo deportivo de la Argentina, en particular del fútbol, creando la “Argentina Foo-Ball Association League” en 1891 y definitivamente en 1893.

El English High School de Montevideo estuvo inicialmente a cargo de Henry Castle Ayre; y fundó en su colegio un espacio para el deporte: el Montevideo English High School Junior Cricket and Athletic Club. En 1885 llegó a Montevideo William Leslie Poole, quien era bachiller de Cambridge. Se desempeñó como profesor de inglés hasta 1920. Era un sportsman por excelencia, ya que incursionó en fútbol, remo, criquet y rugby y llevaba a sus alumnos a practicar esos deportes a Punta Carretas.

En 1885 se fundó The British School, que era dirigido por Thomas J. Ashe y también impulsó el deporte de acuerdo a los métodos pedagógicos de su país. Sus alumnos tuvieron activa participación en justas atléticas y en los primeros partidos de fútbol, ante el Albion y el CURCC. Ashe también fue figura de relieve actuando en el Montevideo Cricket Club y en el  Montevideo Rowing. 

La última década del siglo XIX inauguró una etapa de cambio en el deporte nacional: a-surgieron numerosos clubes; b- se registró el desarrollo intensivo del fútbol; c- iniciación del proceso de integración masiva del criollo en el deporte.

Desde el punto de vista deportivo, el período se caracterizó por la eclosión futbolística. “Esa eclosión del fútbol, terminará con el primer apogeo de cada uno de los deportes, condenándolos a pequeños círculos o a escasa aceptación popular” (J. Buzzetti y E. Gutiérrez Cortinas, 1965, p. 63).

Durante esos diez años de eclosión deportiva, se fundaron numerosos clubes: Albion, Central Uruguay Railway Cricket Club (luego llamado Peñarol), Nacional de Regatas, Nacional de Velocipedismo, Nacional de Fútbol y otros. Los repetidos apelativos de “Nacional” revelaban la intención de dejar establecido el criollismo de las agrupaciones.

Una figura clave del primer club específicamente de fútbol en Uruguay y que además tuvo un origen netamente uruguayo fue Henry Candid Lichtenberger Levins. Lichtenberger nació en 1873, era alumno del English School y discípulo de Poole. Tenía 18 años cuando en mayo de 1891 invitó a compañeros del Colegio a fundar un club de fútbol, denominado Football Association. La respuesta fue positiva y el 1° de junio de 1891 el club comenzó a funcionar con 23 miembros. La primera Comisión Directiva estuvo presidida por William Mac Lean, con H. A. Woodcock (secretario), H. C. Lichtenberger (tesorero), Andrews Clark (delegado); J. D. Woosey (capitán) y G. P. Swinden (vicecapitán).

El equipo adoptó una casaca blanca con una estrella roja en el pecho como primer distintivo cuando jugasen contra cualquier club o colegio. El primer estatuto daba cuenta que se trataba de un club uruguayo, donde se rechazaba la presencia de jugadores extranjeros, cualquiera fuese su origen. De acuerdo a J. Buzzetti y E. Guiterrez Cortinas, “no se trataba de negar su ascendencia inglesa, era simplemente el orgullo de sentirse orientales que los impulsaba a expresarse como tales deportivamente” (1965, p. 71).

 

 

Referencias:

  • BARRIOS PINTOS, Aníbal (1971). Los barrios (II). Montevideo: Nuestra Tierra.
  • BUZZETTI, José y GUTIÉRREZ CORTINAS, Eduardo (1965). Historia del deporte en el Uruguay (1830-1900). Montevideo: Ed. De los autores.
  • GOMENSORO, Arnaldo (2015). Historia del Deporte, la Recreación y la Educación Física en Uruguay. Crónicas y relatos. Montevideo: IUACJ.
  • LABORIDO, Gastón (2018). Origen de las actividades físicas, recreativas y deportivas en Montevideo. En: NEXO Sport (n° 429), dic. 2018, Montevideo (pp. 20-23). 
  • LABORIDO, Gastón (2019). Origen del fútbol en Montevideo y la construcción de su espacio en la prensa. En: Recorde; 12 (n° 1), jan./jul. 2019, Rio de Janeiro (pp. 1-18).
  • LUZURIAGA, Juan Carlos (2009). El football del novecientos. Orígenes y desarrollo del fútbol en el Uruguay (1875-1915). Montevideo: Santillana.
  • REISCH, Matilde (2012). Movimiento clubista y desarrollo deportivo en el Uruguay. En: Cuadernos de Historia 8, Montevideo: Biblioteca Nacional (pp. 19-33).
  • VELÁZQUEZ BUENDÍA, Roberto (2001). El deporte moderno. Consideraciones acerca de su génesis y de la evolución de su significado y funciones sociales. En: Lecturas: Educación Física y Deportes, Revista Digital, Buenos Aires, año 7, nº 36, mayo. Disponible en: http://www.efdeportes.com/efd36/deporte.htm

Vila Isabel Futebol Clube: em breve no ar!

28/11/2022

por Victor Andrade de Melo

Salve, povo querido!

Em plena Copa do Mundo, seguimos por aqui trabalhando para o lançamento do próximo livro da coleção “História do Esporte: olhares e experiências”, que tenho o prazer de coordenar com o irmão João Malaia.

Em poucos dias, será lançado o livro “Pequeno, mas de grandes iniciativas: o Vila Isabel Futebol Clube”, escrito por mim e pelo querido irmão Bruno Adriano Rodrigues Silva.

Abaixo, um pequeno trecho para estimular a curiosidade.

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“Em 1910, foi fundado o Vila Isabel Futebol Clube, tema central deste livro. Nosso intuito é, ao discutir a trajetória dessa agremiação, dedicar atenção a sua participação no delineamento de um perfil para o bairro no qual se encontrava, tentar perceber como suas ações se imbricavam com o entorno de sua sede.

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Anúncio de fundação do Vila Isabel Futebol Clube. O Paiz, 24 mai. 1910, p. 7.

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Essa opção por discutir a trajetória do Vila Isabel deve-se a sua conformação. De um lado, era composto por gente de estratos médio e alto que vivia no bairro. De outro, não se tratava de pessoas que viviam nas localidades mais valorizadas do Rio de Janeiro. O clube era uma expressão de uma “elite intermediária” da cidade.

A primeira atividade realizada pelo Vila Isabel foi uma partida de futebol disputada em “(…) 12 de junho de 1910, num ground localizado na “Boulevard 28 de Setembro, n. 57 antigo”( Football. O Paiz, 24 mai. 1910, p. 7). Seus últimos movimentos foram anunciados nos jornais, em 1941, como uma “agonia”. Essa, portanto, é a delimitação temporal adotada na realização da pesquisa: toda trajetória da agremiação.

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O time do Vila Isabel em partida do campeonato da Liga. O Paiz, 6 out. 1913, p. 9.

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Devemos, contudo, fazer uma ressalva. Grande parte das referências que encontramos sobre o Vila Isabel Futebol Clube, inclusive na imprensa da época, sugerem que a agremiação foi fundada em 1912. Pode ser que a iniciativa de 1910 não tenha avançado, somente sendo retomada posteriormente.

Mas pode também ter acontecido com o Vila Isabel algo que identificamos em outros clubes da cidade, como por exemplo o Mackenzie e o Olaria: num período inicial de estruturação, receberam pouca atenção dos periódicos até que conseguiram um estágio de organização volume de realizações que chamaram a atenção dos cronistas. Somente a partir desse momento temos mais indícios de sua trajetória, o que não significa que tenham sido menos importantes esses primeiros passos.

De toda forma, independentemente da precisão da data de fundação, parece ser largamente reconhecido que o Vila Isabel passou a atuar em 1912, quando assumiu a presidência Alberto Silvares, um personagem de destaque no meio social e esportivo do Rio de Janeiro. Na imprensa, largamente se considera que sua fundação se deu no dia 2 de maio, numa casa da Boulevard 28 de Setembro.

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Alberto Silvares. A Epoca, 2 mai. 1915, p. 4.

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Como o clube estabeleceu relações, por meio de seus dirigentes e iniciativas, com o bairro, em especial no que diz respeito aos divertimentos? Teria tido a capacidade de manutenção dos vínculos mediante as transformações que ocorriam no cenário esportivo e na cidade do Rio de Janeiro? Como tais mudanças se manifestaram na trajetória de Vila Isabel? Essas são algumas questões que pretendemos responder no decorrer deste livro.


Plazas de toros y literatura en los primeros años del Uruguay independiente (1835-1842)

05/09/2022

por Gastón Laborido (gaston_laborido1@hotmail.com)

El Uruguay independiente

Entre 1825 y 1830 se generaron acontecimientos que dieron como resultado la formación del Estado Oriental independiente. Los sucesos transcurren desde la formación de un Gobierno Provisorio en Florida y que tendrá como episodio relevante la Convención Preliminar de Paz, celebrada en 1828 entre delegados del Imperio del Brasil, de las Provincias Unidas y de Inglaterra, bajo la mediación del Lord John Ponsonby. Los resultados de esta Convención fueron ratificados el 4 de octubre de 1828.

Uno de los puntos de la Convención Preliminar de Paz, estableció que se debía instalar un Gobierno Provisorio y una Asamblea Legislativa Constituyente que tendría como tarea elaborar la primera Constitución del Uruguay, jurada el 18 de julio de 1830. Así, se inició el Estado Oriental del Uruguay como libre e independiente. En los primeros años de vida independiente, la población del país era escasa, los historiadores estiman que en 1830 había 74.000 habitantes, de los cuales 14.000 estaban en Montevideo. A partir de 1830, se intensifica la afluencia creciente de emigrantes europeos como vascofranceses o españoles, los italianos (genoveses), canarios, gallegos, ingleses, suizos, que llegaron a 42.000 entre 1836 y 1842.

La llegada de inmigrantes europeos entre 1830 y 1840, implicó crecimiento del tráfico marítimo en el Puerto de Montevideo; por otra parte, el comercio exterior se acentúa. El aporte de los inmigrantes europeos fue fundamental para el desarrollo económico del país y para el desarrollo del deporte en el Uruguay, aunque aquellas primeras manifestaciones se caracterizaban por su vaguedad e imprecisión.

La situación del naciente Estado Oriental era crítica, luego de varios años de revolución y lucha por la independencia (1810-1830). La elección del General Fructuoso Rivera como primer Presidente de la República, el 24 de octubre de 1830, no auguraba una pronta resolución de esos problemas.

El Estado Oriental del Uruguay presentaba un atraso económico caracterizado por la monoproducción ganadera con un sistema de explotación arcaica. A esto, le sucedió la Guerra Grande (1839-1851), que involucró las tendencias políticas del Uruguay y la Confederación Argentina (blancos y colorados: federales y unitarios), el Imperio del Brasil y las potencias industriales en expansión como Inglaterra y Francia. Luego de la Guerra Grande, es que se roturaron tierras. En cuanto al sistema de propiedad, en el medio rural predominó, hasta el día de hoy, el latifundio. En consecuencia, surge un antagonismo entre el campo y la ciudad como núcleos opuestos.

Montevideo: la “Ciudad Vieja” y la “Ciudad Nueva”  

De acuerdo a Gerardo Pérez (2020), “Montevideo nace como una ciudad para proteger la zona y, por tanto, va a ser parte de un circuito defensivo de las posesiones españolas” (p. 43). Por este motivo muchas de sus construcciones principales fueron pensadas y ejecutadas con el ese objetivo: defender. Esto explica también porque Montevideo fue una ciudad fortificada. Con el comienzo de la vida constitucional del Estado Oriental del Uruguay, se decide tirar las murallas de la Ciudad de Montevideo, “(…) como un gesto que buscaba dejar atrás un período de dominación extranjera y marcar un nuevo comienzo. Con esto, la ciudad cambiará lento pero constante. Será el momento de pensar en la Ciudad Nueva” (Pérez, G., 2020, p. 52).

El nombre de Ciudad Vieja aparece como contraposición al proyecto de “Ciudad Nueva”, que se crea en 1829 a instancias del Coronel José María Reyes (1803-1864); militar argentino radicado en territorio Oriental desde 1828 hasta su muerte. Dentro de ese predio, que iba dese la puerta de la Ciudadela hasta la actual calle Yaguarón, se comenzó a extender la ciudad. Una de las consecuencias que trajo la concreción de este proyecto, fue el nacimiento de nuevos barrios que marcaron la expansión de la ciudad.

Dentro de aquel perímetro delineó Reyes la “nueva ciudad”, compuesta de 136 manzanas de cien varas de lado, y dos plazas que corresponden aproximadamente a la mitad este de la actual plaza Independencia y a la actual plaza Cagancha; ese trazado, con pocas modificaciones, subsiste aún para la parte de Montevideo comprendida entre las calles Florida, Galicia, Médanos e Isla de Flores, que es la “Ciudad nueva” propiamente dicha. (Castellanos, A., 1971, p. 3).

Después de la independencia, la población de Montevideo había aumentado sensiblemente. Un censo de 1835 daba a Montevideo una población de 23.404 habitantes, de los cuales 14.390 correspondían a la planta urbana y 9.014 a lo que sería la nueva ciudad. El aumento población en relación a 1829 fue del 67,1 %.

 El mismo censo señalaba 1.012 propietarios y 2.024 inquilinos en la planta urbana, 536 propietarios y 2.024 inquilinos en la planta urbana, 536 propietarios y 578 inquilinos en extramuros; 590 casas de comercio; 290 artesanos y jornaleros: 38 tambos; 19 atahonas; 36 hornos de ladrillo; 16 locales para culto religioso. (Castellanos, A., 1971, p. 4).

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La plaza de toros del Cordón y sus representaciones literarias (1835-1842)

Durante el siglo XIX, Montevideo tuvo diversas actividades recreativas y algunas de ellas incluían el empleo de animales. Las prácticas de entretenimiento de una sociedad permiten la comprensión de la dinámica social de una población y puede ser muy útil para la comprensión histórica de la estructura socio-cultural de una época.

En el caso montevideano, eran espectáculos muy recurrentes que aglomeraban a muchas personas. Varios de ellos se caracterizaban por el castigo físico tanto con hombres como con animales. De alguna manera era el reflejo de una sociedad marcada por el espectáculo de la sangre y la muerte, que estaban en todos lados. El historiador José Pedro Barrán (2021) describió la sensibilidad del 1800 a 1860 como la “cultura bárbara” y enfatizó en la cuestión del castigo del cuerpo. En este sentido, afirma que “el castigo también incluyó el cuerpo de los animales, sirviendo con frecuencia el hecho mismo de espectáculo y diversión pública” (Barrán, J. P.; 2021, p. 79).

En ésta época tuvo importante difusión las corridas de toros, que comenzaron antes de la Independencia, con varias “plazas” en la Ciudad Vieja. Después de las corridas de toros de la Plaza Matriz (1823), no se dieron más corridas de toros hasta 1835, cuando pasaron al Cordón, barrio que formó parte de la expansión de la ciudad de Montevideo en la primera mitad del siglo XIX y actualmente es parte del centro de la ciudad.

La plaza de toros del Cordón quedaba contigua a la quinta de Ramón Masini (que fuera miembro de la primera Asamblea General Constituyente). Fue construida por la empresa Sierra y Anaya. El establecimiento funcionó hasta el año 1842, cuando fue derribada por motivos de defensa de la ciudad sitiada por las tropas “blancas” del general Oribe.

Isidoro de María (1815-1906), quien en sus crónicas recogidas en Montevideo Antiguo nos pinta parte de esa realidad y notables descripciones de las corridas de toros señala que a esta plaza “se iba de jarana por 6 vintenes en carretilla (…)” (De María, I., 1957, p. 44).

Por otro lado, en los inicios del Uruguay independiente se da un proceso en el cual, parte del grupo de políticos-intelectuales descubren  las posibilidades de la poesía como herramienta política y se ambientó la querella entre neoclásicos y románticos (Peruchena, 2016). En este proceso, los neoclásicos traducen obras como Horacio, mientras que los románticos traducen a Byron o a Chateaubriand, sustituyendo lecturas hispánicas como a Quintana por José Zorrilla o a Espronceda, así como tienden a lo sentimental y lacrimoso. La relación entre política y poesía fue muy fuerte en este período:

(…) queda demostrada con las convocatorias oficiales a certámenes poéticos públicos. A modo de ejemplo recordemos el Certamen Poético que convocara el jefe político de Montevideo en 1841 en celebración del 25 de mayo de 1810. Se presentaron once originales y obtuvo el primer premio Juan M. Gutiérrez, tal vez el menos romántico de la generación, dictamen que podría explicarse señalando que el jurado estuvo integrado por personalidades de tendencias literarias neoclásicas como Francisco Araúcho, Manuel Herrera y Obes, Juan A. Gelly, Cándido Joanicó y el emigrado argentino Florencio Varela. (Peruchena, L., 2016, p. 240).

Uno de los representantes neoclásicos, fue Francisco Acuña de Figueroa (1791-1862), quien nació en Montevideo y murió en la misma ciudad. Suele ser considerado el primer poeta nacional, con profunda influencia del clasicismo y un atinado ingenio para la poesía satírica. Además entre la vasta producción del mencionado poeta cabe destacar la letra de los himnos nacionales de Uruguay y Paraguay.

Acuña de Figueroa pertenecía a una familia de altos funcionarios españoles en la época colonial, recibió una formación clásica de la que no se apartó, a pesar de los sucesivos y profundos cambios ideológicos y políticos que le tocó transitar, y de los que dio testimonio en su cuantiosa obra. Fue, en su época, “el poeta de Montevideo”. Además, políticamente fue oficialista toda su vida, celebrando en sus obras al gobierno de turno.

También se lo considera como un buen latinista y conocedor de lenguas modernas, ya que tradujo obras clásicas y contemporáneas, incorporó formas y ritmos populares, compuso poemas visuales, epigramas, anagramas, acrósticos en los que celebra, entre loas y burlas, una gran variedad de estampas.

A su vez, le dedicó en sus obras crónicas en versos a las corridas de toros. Por lo tanto, la tradición taurina montevideana en lo literario fue iniciada por el poeta Francisco Acuña de Figueroa, a través de sus celebradas “Toraidas”, tal como las llamó, dignas de perpetuarse en el tiempo, por su donosura y gracejo. Estas crónicas eran versos que referían a la fiesta brava y en las cuales el poeta dio cause a su pasión por las corridas de toros:

«Un género del que puede considerarse inventor a Figueroa es el de las Toraidas… Las incidencias de estos espectáculos… relatadas por un versificador de la fluidez y el gracejo de D. Francisco, que, por raro caso, era a la par un perito en todos los aspectos del arte de Pepe-HiIllo y Costillares, atraen al lector, que reconstruye con su imaginación, el aspecto de las multitudes abigarradas y rumorosas asistentes a los cosos en que se efectuaba la fiesta brava». (Bracco, D., 2006, p. 209).

No todas las toraidas de Acuña de Figueroa fueron publicadas. Algunas de ellas fueron las tituladas: bombástica, con morrión romántica, técnico – jocosa, toruna, anticlásica, de Aleluya, rabona, enana, joco – política, y encomiástica.

Francisco Bauzá (1849-1899) fue un historiador, profesor universitario, periodista, ensayista, legislador uruguayo, su obra constituye uno de los grandes monumentos de la historiografía uruguaya y americana tratando de responder interrogantes que se planteaban sobre la identidad nacional. Entre tantas cosas que escribió Bauzá, una de ellas fue sobre Francisco Acuña de Figueroa en 1885 en su obra Estudios literarios, en la cual analizó la producción de Acuña de Figueroa sobre las Toraidas. Primeramente Bauzá, fiel a su estilo decimonónico, caracterizó a los espectáculos taurinos de la siguiente manera:

(…) Para pintar en toda su deformidad esta clase de espectáculos, conviene decir previamente alguna cosa sobre ellos. Forma la parroquia habitual de las corridas, el más inapropiado público que pueda darse. Vecinos honestos que se desvanecerían ante las perspectivas de matar un animal cualquiera en su casa; profesores de derecho natural que sostienen la inviolabilidad de la vida en todo organismo dotado de actividad voluntaria; médicos que se compungen de las enfermedades de los animales y enseñan a los veterinarios a curarlas; economistas que toman a punto de honra defender la industria pecuaria, católicos sinceros que leen con atención reverente aquel precepto del Deuteronomio que dice: “no verás el buey de tu hermano o su cordero, perdidos, y te esconderás de ellos: volviendo, los volverás a tu hermano”; en fin, personas nerviosas y caritativas, de todo linaje y condiciones, se sientan en las gradas de piedra del hemiciclo, y esperan alegres el sangriento espectáculo, después de haberse recíprocamente informado con el más correcto ceremonial inquisitivo sobre la salud de todos los suyos. Y estos filántropos, cuya condición humanitaria trasciende a sus doctrinas, resultan como tocados de epilepsia al sonido de la corneta que anuncia la aparición de unos cuantos chulos ridículamente pergeñados, electrizándose hasta delirar, cuando estos con esguízaro lengüeteo ofrecen por complemento de sus maniobras unas cuantas bestias muertas a puntazos y cuchilladas. (Bauzá, F., 1953, p. 19-20)

 Bauzá (1953) plantea que “la prosa es impotente para describir toda la grandeza de un espectáculo semejante. A no tener la poesía el atractivo secreto de la rima, la estructura férrea de la estrofa, el fugitivo destello de la inspiración, no fuera tampoco digna de cometido tan excelso” (p. 23).

En Toraida Romántica (1838-39) Acuña de Figueroa se enojaba con Mendo, quien criticaba la tauromaquia:

Grita Mendo

que es horrendo,

que es infando,

ver lidiando

racionales

y animales;

que es un juego

musulmán:

Y el vestiglo

diz que el siglo

de las luces,

dio de bruces

sin decoro

porque hay toro:

¡Qué pasiego!

¡Qué patán!

Numerosos indicios del modo en que se desarrollaba la fiesta taurina pueden encontrarse en cada una de las composiciones de Acuña de Figueroa. Por ejemplo, la jornada popular que obligó a la autoridad a prohibir por muchos meses las lidias de toros, con profundo sentimiento de una gran parte de la población. Así se refirió el poeta:

En plena posesión como unos reyes

estábamos del circo, en paz profunda,

cuando violando las taurinas leyes

se amotinó una plebe furibunda;

y sobre si eran toros, o eran bueyes,

hubo escándalo, asalto y barahunda,

hasta que allí volar vieron mis ojos

tablas, sillas y bancos por despojos.

Yo vi ultrajada en el saqueo infando

la pica de Palanca… ¡oh, lance fiero!

pica que honrara el noble Villandrando,

¡y en qué manos!.., en manos de un lechero!!!

Vi una ninfa en gran riesgo reclamando

contra el vulgo frenético y grosero,

yo la vi, en un tablón que se derrumba,

como el ángel de luz sobre la tumba.

A Repollo y Violín llamaba airado

el vulgo en el furor que le enajena;

mas el violín estaba destemplado

y el repollo cual blanda berenjena.

Asustados los dos, bajo el tablado

¿quién sabe lo que hacían en tal pena?

¡Ay, no salgas, escóndete Repollo,

que eso sería echarle trigo al pollo!

Allí vendióse en bárbara subasta

y a vil precio la espada de García.

Dulces vi por el suelo en caldo y pasta,

y una lluvia de almendras y arropía.

Un confuso tropel, de varia casta

¡A la mosca! y ¡al mono! repetía

y al boletero asaltan con encono;

mas ya estaban en salvo mosca y mono.

Francisco Bauzá analizó estas cuatro estrofas y plantea:

No puede describirse con más propiedad en cuatro estrofas, un lance tan sonado y tan terrible. Todas las peripecias de la lucha, están marcadas con precisión maravillosa. La tranquila actitud de los espectadores antes de la gresca; lo inesperado de la rebelión popular; la transformación en pájaros de las sillas, tablas y bancos para volar sobre la cabeza de los toreros, la deshonra del picador Palanca, Bayardo de la tauromaquia, a quien un lechero había quitado sus armas; los apuros de García condenado a presenciar la bárbara subasta de su espada vendida a vil precio; la resignación de Repollo y Violín, acurrucados bajo el tablado, haciendo quién sabe qué; y por último, las profundas vistas del boletero, poniéndose en salvo a tiempo con la mosca, como si presintiera que por allí debía concluir obligatoriamente la función y toda función comenzada de esa manera; dan una idea bien cumplida de lo que es un lance de tal laya. ¡Y pensar que hay quien quiera prohibir al pueblo goces tan inocentes! (Bauzá, F., 1953, p. 19-20)

Queda en evidencia que el episodio que describe Acuña de Figueroa da cuenta de la “sensibilidad bárbara” característica del Uruguay del 1800 a 1860 aproximadamente. El historiador José Pedro Barrán (2021), definió a la “barbarie” como “la sensibilidad de los “excesos” en el juego y el ocio (su consecuencia improductiva), en la sexualidad, en la violencia, en la exhibición “irrespetuosa” de la muerte (…)” (p. 12).

Referencias:

    • BARRÁN, José Pedro (2021). Historia de la sensibilidad en el Uruguay. Montevideo: Banda Oriental.
    • BARRIOS PINTOS, Aníbal (1971). Los barrios (I). Montevideo: Nuestra Tierra.
    • BAUZÁ, Francisco (1953). Estudios literarios. Montevideo: Biblioteca Artigas.
    • BRACCO, Diego (2006). Apuntes para la historia de la tauromaquia en Uruguay. En: Revista de Estudios taurinos; v. 1 (n° 22), Murcia (pp. 203-247).
    • BUZZETTI, José y GUTIÉRREZ CORTINAS, Eduardo (1965). Historia del deporte en el Uruguay (1830-1900). Montevideo: Ed. De los autores.
    • CASTELLANOS, Alfredo (1971). Montevideo en el siglo XIX. Montevideo: Nuestra Tierra.
    • DE MARÍA, Isidoro (1957). Montevideo Antiguo. Tomo I. Montevideo: Biblioteca Artigas.
    • GOMENSORO, Arnaldo (2015). Historia del Deporte, la Recreación y la Educación Física en Uruguay. Crónicas y relatos. Montevideo: IUACJ.
    • PÉREZ, Gerardo (2020). Un barrio, mil historias. Montevideo en el pasado, presente y futuro. Montevideo: Aguilar.
    • PERUCHENA, Lourdes (2016). La cultura y sus tendencias. En: G. Caetano (Dir.) y A. Frega (Coord.), Revolución, Independencia y construcción del Estado (pp. 223-269). Montevideo: Planeta.

Amílcar Cabral e o esporte: cartas para Maria Helena

30/07/2022

por Victor Melo (victor.a.melo@uol.com.br)

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Depois de algum tempo distante das pesquisas sobre Cabo Verde, em função dos problemas ocasionados pela pandemia de Covid, recentemente, com grande felicidade, estive em Lisboa a fim de retomar meus projetos que se debruçam sobre a história desse país por mim tão admirado. Assim sendo, resolvi dedicar este post a um dos artífices da ideia de nação cabo-verdiana, um dos mais importantes líderes mundiais da segunda metade do século XX: Amílcar Cabral.

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Foto do Boavista Futebol Clube, de Praia/Cabo Verde, time no qual Amílcar Cabral atuou como jogador e dirigente. Acervo Fundação Mário Soares. Fundo DAC – Documentos Amílcar Cabral Disponível em: http://casacomum.org/cc/visualizador?pasta=05221.000.032

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Muito já foi dito sobre o envolvimento de Amílcar com o esporte. Aqui mesmo em nosso blog já apresentei um post sobre o tema (https://historiadoesporte.wordpress.com/2013/05/25/desafiando-o-inimigo-o-esporte-e-as-lutas-anticoloniais-na-guine/). Em 2019, procurei checar e sistematizar esse conjunto de informações, investigar novas facetas e ampliar o debate em artigo que tive o prazer de publicar na obra organizada pelos queridos colegas Américo Freire e Francisco Martinho (Intelectuais e marxismo no mundo lusófono. Recife: Edufe/Autografia, 2019).

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Capa do livro “Intelectuais e marxismo no mundo lusófono. Recife: Edufe/Autografia, 2019”

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Baixe abaixo o artigo

MELO, Victor Andrade de. Articulando teoria e prática: o esporte como estratégia na trajetória de Amílcar Cabral.

Amilcar.Cabral.artigo.livro.2019.revisão

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Neste post, apresento uma parte desse artigo que me pareceu relevante e era um tema pouco conhecido: a presença do esporte nas cartas que Cabral enviou para Maria Helena, sua primeira esposa. A meu ver, trata-se de um indício de que a prática estava presente na vida de Amílcar para além de uma ocorrência eventual.

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Capa do livro “ELÍSIO, Filinto, SOUTO, Márcia, CABRAL, Iva (orgs.). Cartas de Amílcar Cabral a Maria Helena – a outra face do homem. Lisboa: Rosa de Porcelana, 2016”.

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* Trecho do artigo “Articulando teoria e prática: o esporte como estratégia na trajetória de Amílcar Cabral”

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Sua relação com o esporte também aparece em algumas cartas que enviou a Maria Helena Rodrigues, sua futura esposa. Em algumas ocasiões, narrou seu envolvimento cotidiano com a prática, como na carta de 30 de março de 1948 (p. 79): “No sábado passado não joguei o futebol e digo ‘felizmente’ porque talvez fosse outra derrota. Mas havemos de ganhar. No sábado, a única coisa de jeito, que fiz, foi ter ido ao baile, como te disse”.

Em outras missivas (12 e 13 de setembro de 1948, p. 231 e 232) comentou sua participação em jogo da equipe da Casa dos Estudantes contra a Acadêmica de Coimbra, partida em que teve bom desempenho (“o teu Amílcar parece que agradou aos espectadores que não pouparam gritos e aplausos”), mas acabou por se contundir (“resultado de uma queda espetaculosa, daquelas em que a gente faz ‘cabriolets’ no ar e cai como um fardo”).

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Prática esportiva entre membros da CEI Disponível em: http://www.uccla.pt/fotos-historicas-casa-dos-estudantes-do-imperio

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Baixe aqui artigo

MELO, Victor Andrade de. Jogando no olho do furacão: o esporte na Casa dos Estudantes do Império (1944-1965). Análise Social, Lisboa, v. LII, n. 233, p. 280 – 304, 2017.

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Em outros momentos, contudo, pode-se perceber seu olhar sobre o valor do esporte, como em 5 de setembro de 1948 (p. 217), quando comentou a homenagem a Carlos Canuto, um antigo futebolista que se despedia: “Como vês, Lena, tive uma tarde agradável, tanto mais que o acontecimento, que chamou à Tapadinha milhares de espectadores, foi mais uma prova de que o Desporto é um meio eficiente na confraternização dos homens”.

A carta, na qual assume sua afiliação ao Benfica, é totalmente dedicada ao esporte. Teceu um elogio aos Jogos Olímpicos por envolver atletas das mais diferentes “raças” e países numa competição na qual, a seu ver, “a vitória não implica uma superioridade”, nem desvirtua “suas características fraternais”. Para ele, era uma representação de que todos os homens poderiam conseguir seus objetivos se oportunidades lhes fossem dadas: “Por isso mesmo, vêm-se os negros triunfar nos Jogos Olímpicos, conquistando os mais vibrantes aplausos, cobrindo-se de glórias, a despeito das intenções mais mesquinhas a que este ou aquele grupo não consegue fugir”.

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Abebe Bikila, etíope vencedor das maratonas dos Jogos Olímpicos de 1960 (Roma) e 1964 (Tóquio). Disponível em: https://pt.wikipedia.org/wiki/Abebe_Bikila

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Àquela altura, ainda não se explicitara o uso político do esporte, notadamente do futebol, por parte do governo Salazarista, no qual obteriam destaque atletas oriundos das colônias africanas, entre os quais Eusébio (CARDÃO, 2014), mas já estava em curso uma maior proximidade governamental com a prática em função, inclusive, das ações de Sarmento Rodrigues na Guiné Portuguesa (MELO, 2014). De toda forma, ainda que de maneira um tanto ingênua, Cabral já apresentou um olhar estratégico para o esporte, o vendo como espaço de visibilidade para todas as “raças”, inclusive os negros.

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O moçambicano Eusébio com camisa da seleção portuguesa. Disponível em: https://esportesmais.com.br/eusebio-o-primeiro-grande-idolo-do-futebol-portugues/

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Baixe aqui o artigo

MELO, Victor Andrade de. O esporte na política colonial portuguesa: as iniciativas de Sarmento Rodrigues na Guiné (1945-1949). Revista Brasileira de História, São Paulo, v. 34, n. 68, p. 175 – 192, 2014.

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Isso é o mais enfatizado em sua carta, o reconhecimento que os negros lograram nos Jogos Olímpicos de Londres (1948) por seu desempenho. Para ele, mais do que serem considerados como “máquinas de fôlego”, a manifestação enfática do público os teve em conta como valorosos homens, os elevando ao mesmo patamar – até mesmo superior – do que atletas brancos. No seu olhar, somente a competição justa – “é necessário que os homens não temam a competição”, disse – poderia possibilitar a todos bem se desempenharem em qualquer tarefa.

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A norte-americana Alice Coachman, primeira mulher negra campeã olímpica (salto em altura, Jogos Olímpicos de 1948 – Londres).

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O jovem Cabral, por meio do esporte, demonstrava a modulação prévia de uma consciência que depois lhe alçaria a voos maiores e mais ambiciosos. No seu olhar,

Quando todos os homens se aperceberem de que ninguém tem o direito de tirar aos outros a oportunidade de viver, então o mundo será feliz e a vida será um amplo estádio de jogos olímpicos, em que as vitórias serão a consecução de maiores bens para a felicidade de todos, sem qualquer distinção. E eu, Lena, creio que tudo isso será possível.

Em outra carta (10 de abril de 1950, p. 291), Cabral comentou sua experiência de ter assistido a uma partida Portugal X Espanha: “Foi um delírio”. O que mais o surpreendeu foi a capacidade de o futebol mobilizar sentimentos patrióticos. Ele mesmo, sempre tão crítico e cético no que tange à ação do governo metropolitano, assumiu: “nunca me supus tão português”. Mais ainda, curiosamente, ecoou uma linha de argumentação pouco independentista, mas comum no arquipélago de origem: “Em todo caso, se o meu vibrar foi de português, justifica-se: o cabo-verdiano é na realidade e até onde se pode ser, obra portuguesa, português, portanto”.

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* Assista aqui um vídeo do provável jogo citado por Amilcar Cabral

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Essas reflexões e algumas dessas experiências ecoaram na sua trajetória futura como líder das lutas anticoloniais. Como escrevi na conclusão do citado artigo sobre Amílcar Cabral:

A sua concepção da prática estava plenamente articulada com seu pensamento e sua visão estratégica: o intelectual a serviço do povo deve aproveitar as possíveis empatias para implementar o processo de tomada de consciência. Além disso, outros motivos o induziam ao uso estratégico da prática esportiva: a visibilidade que concedia aos praticantes, seu potencial para a preparação física, a compreensão de que se tratava de um direito.

(…) é digno de registro que o uso estratégico do esporte por parte de Cabral tenha se relacionado a uma leitura específica da luta política, na qual dialogava com os princípios do marxismo, os adaptando, contudo, às peculiaridades e necessidades das lutas coloniais africanas, mais ainda às especificidades das colônias portuguesas e ainda mais da Guiné. Teoria e prática articuladas: a mobilização da prática esportiva bem exemplifica esse constante intuito de Amílcar.

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Capa de Arma da teoria – unidade e luta I, livro no qual Cabral fez uso do esporte para aludir a alguns conceitos-chave de seu pensamento.

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Corridas de toros en Montevideo durante la dominación portuguesa (1823)

09/05/2022

por Gastón Laborido (gaston_laborido1@hotmail.com)

Sociedad y animales en el siglo XIX: espectáculos sangrientos

Durante el siglo XIX, Montevideo tuvo diversas actividades recreativas y algunas de ellas incluían el empleo de animales. Las prácticas de entretenimiento de una sociedad permiten la comprensión de la dinámica social de una población y puede ser muy útil para la comprensión histórica de la estructura socio-cultural de una época.

En el caso montevideano, eran espectáculos muy recurrentes que aglomeraban a muchas personas. Varios de ellos se caracterizaban por el castigo físico tanto con hombres como con animales. De alguna manera era el reflejo de una sociedad marcada por el espectáculo de la sangre y la muerte, que estaban en todos lados. El historiador José Pedro Barrán (2021) describió la sensibilidad del 1800 a 1860  como la “cultura bárbara” y enfatizó en la cuestión del castigo del cuerpo. En este sentido, afirma que “el castigo también incluyó el cuerpo de los animales, sirviendo con frecuencia el hecho mismo de espectáculo y diversión pública” (Barrán, J. P.; 2021, p. 79).

Parte de la diversión de la época colonial, se daba a partir de actividades como las corridas de toros. La primera plaza de toros de Montevideo se construyó en el año 1776. Los españoles eran muy aficionados a los toros y se quiso utilizar ese divertimiento en beneficio de la compostura de las calles que carecían completamente de empedrado. Este citado escenario, construido totalmente en madera y de forma octogonal, subsistió hasta 1780. En 1789 se levantó otro recinto en la Plaza Matriz que duró hasta 1790. Más tarde en un circo levantado en la calle mercado se llegaron a celebrar hasta 122 espectáculos.

Pasaron algunos años sin que volviera a repetirse esa clase de espectáculos, pero en la primera mitad del siglo XIX aparecieron dos plazas de toros: una de ellas en la Plaza Matriz en 1823 (en aquel momento centro de la ciudad), durante la dominación portuguesa. La otra, construida luego de la independencia del territorio Oriental en 1835 en la zona del Cordón. 

La dominación portuguesa y las festividades

Hacia agosto de 1816 comenzaron a cristalizarse los deseos portugueses de instalarse en Montevideo, cuando Carlos Frederico Lecor comandó la invasión con un ejército de unos 5.000 hombres, logrando ingresar a Montevideo en enero de 1817. Luego de tres años de lucha contra el ejército artiguista, los portugueses lograron controlar el territorio Oriental con Lecor a la cabeza. El proceso revolucionario iniciado en 1811 y comandado por José Gervasio Artigas, culminó en 1820 con la derrota del proyecto artiguista. Ya sin recursos y sin hombres, Artigas se retiró al Paraguay en setiembre de 1820 y desapareció de la vida política de la región.

En julio de 1821 se convocó a un Congreso en Montevideo, que votó la incorporación de la provincia al Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve, con el nombre de Provincia Cisplatina. Esta opción fue apoyada por personas de gran peso económico y político, es decir, aquellas que ocupaban importantes cargos en el gobierno, la administración, la justicia, el ejército y las fuerzas militares. “Formaban parte del Club del Barón, nombrado así por el título de Barón de la Laguna concedido a Lecor en 1818, y habían recibido en ese tiempo títulos y distinciones, estancias, ganados y privilegios mercantiles” (Frega, A.; 2016, p. 55-56).  

Durante la dominación portuguesa se reanudaron los espectáculos taurinos en Montevideo en el año 1823. En este caso se celebró la proclamación de la Constitución Portuguesa aprobada en Oporto el 23 de setiembre de 1822. Si bien Brasil proclamó su independencia el 7 de setiembre de 1822, la guarnición portuguesa de Montevideo continuó siendo fiel a Portugal y recién entregó la ciudad a los brasileños en febrero de 1824, comandados por el mismo Lecor.

Tres días duraron los festejos, para los cuales se construyó un tablado en el centro de la Plaza y algunos palcos a los lados para los espectadores de más distinción. (De María, I., 1957, p. 42).

Los toros entraron en el programa de las fiestas públicas de 1823 y la propia Plaza Matriz fue acondicionada a tales efectos. Esta plaza ubicada entre las actuales calles Sarandí, Ituzaingó, Juan Carlos Gómez y Rincón, sirvió de ámbito físico, instalándose las autoridades en el piso superior del Cabildo y Reales Cárceles a fin de presenciar apropiadamente la acción.

Por de contado, la plaza estaba llena de espectadores. Las azoteas, los tejados y los balcones cubiertos de gente. Los del Cabildo los ocupaba el Gobernador, jefes de alta graduación, los cabildantes y otras personas distinguidas. (De María, I., 1957, p. 43).

Los festejos incluían diversas actividades, tal como narra el escritor, historiador, periodista, político y pedagogo uruguayo, Isidoro de María (1815-1906), quien en sus crónicas recogidas en Montevideo Antiguo nos pinta parte de esa realidad:

Hubo comparsas que danzaron en el tablado. Recordamos una en traje de indios, con plumas rosadas ceñidas a la cintura y la cabeza, adheridas a un cinto de galón plateado. Otra de coraza, otra de viejos, con especie de miriñaque formado de arcos de barrica, y otra de oficiales dirigida por el renombrado actor Casacuberta. (De María, I., 1957, p. 42-43).

El tercer día fue el momento de los toros. Desde la noche anterior se arregló la plaza para lidiarlos. Todos los preparativos se hicieron bajo la dirección de Balbín y Vallejo, antiguo y respetable vecino de Montevideo.  

En la realización de estas fiestas públicas se percibe una herencia portuguesa de las festividades reales promovidas en el Brasil colonial. En este sentido, el historiador Victor Andrade de Melo (2013) analizó esas actividades en el caso de Río de Janeiro, tratándose de las más comunes y de mayor popularidad durante el período 1763-1822. Para el caso de Brasil, las festividades taurinas coloniales eran

Organizadas para celebrar datas importantes da Coroa portuguesa, evidenciavam a centralidade do monarca, tendo por intuito acirrar os vínculos de fidelidade com a metrópole. Tratava-se claramente de uma estratégia de controle, de exercício da soberania, a partir de uma exposição simbólica do poder monárquico, que incorporava e unifi cava o religioso e o político. (Melo; 2013, p. 366).

En el caso de las festividades por la Constitución Portuguesa había una clara intención de reivindicar a Portugal, mientras que Brasil ya había comenzado su vida independiente en setiembre de 1822.

El espectáculo taurino de 1823 presentaba estas características:

Se formó de tablazón un gran cuadro en la plaza. En el costado del sud se construyó el toril. Los toros eran embolados. A la voz popular de salga el toro, le daban salida y empezaba la cuadrilla la fiesta. Se componía únicamente de banderilleros y capeadores. No había picador, ni espada. Cada tumbo que llevaban los capeadores era una algazara. (De María, I., 1957, p. 43).

Para hacer la diversión más entretenida, se colocaba un muñeco en medio de la plaza, para que el toro lo embistiese. Dentro de una pipa vacía, se metía un hombre y el toro lo llevaba rodando a topadas con el viviente dentro. A la voz de ¡a la uña!; ¡a la uña! dada por los portugueses, cargaban todos sobre el toro y lo despachaban.

Como para fin de fiesta, un criollo, de apellido Trujillo, apareció en el circuito cabalgando en otro, con sus grandes espuelas redomonas, resistiendo los corcovos del alazán, como jinete famoso. (De María, I., 1957, p. 43).

Después de las festividades de 1823 y por tratarse de años convulsionados en el tramo final de las guerras de independencia, hubo que esperar hasta 1835, cuando comenzó la vida institucional del Estado Oriental del Uruguay, para volver a presenciar corridas de toros. Fueron de gran difusión antes y después de la independencia. 

Posiblemente esta interrupción está relacionada a la resistencia que presentaron los orientales a la anexión del territorio como parte de Portugal. Una manifestación de ello fue el intento de revolución que protagonizó en 1823 la asociación secreta de patriotas denominada “Los Caballeros Orientales”. Muchos debieron exiliarse en Buenos Aires, desde donde prosiguieron los trabajos revolucionarios que lograron concretar en 1825.

Referencias:

  • ALONSO, Rosa; SALA, Lucía; DE LA TORRE, Nelson y RODRÍGUEZ, Julio Carlos (1970). La oligarquía oriental en la Cisplatina. Montevideo: Ediciones Pueblos Unidos.
  • BARRÁN, José Pedro (2021). Historia de la sensibilidad en el Uruguay. Montevideo: Banda Oriental.
  • BARRIOS PINTOS, Aníbal (1971). Montevideo. Los barrios (I). Montevideo: Nuestra Tierra. 
  • BRACCO, Diego (2006). Apuntes para la historia de la tauromaquia en Uruguay. En: Revista de Estudios taurinos; v. 1 (n° 22), Murcia (pp. 203-247). 
  • BUZZETTI, José y GUTIÉRREZ CORTINAS, Eduardo (1965). Historia del deporte en el Uruguay (1830-1900). Montevideo: Ed. De los autores.
  • DE MARÍA, Isidoro (1957). Montevideo Antiguo. Tomo I. Montevideo: Biblioteca Artigas.
  • FREGA, Ana (2016). La vida política. En: G. Caetano (Dir.) y A. Frega (Coord.), Uruguay. Revolución, Independencia y construcción del Estado (pp. 31-85). Montevideo: Planeta.
  • GOMENSORO, Arnaldo (2015). Historia del Deporte, la Recreación y la Educación Física en Uruguay. Crónicas y relatos. Montevideo: IUACJ.
  • MELO, Victor Andrade de (2013). As touradas nas festividades reais do Rio de Janeiro colonial. En: Horizontes Antropológicos; v. 19 (n° 40), Porto Alegre (pp. 365-392). 

Do remo à vela, de operário a burguês, de subúrbio a zona sul

17/04/2022

Por Victor Melo (victor.a.melo@uol.com.br)

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Salve, povo querido

No meu post de hoje, apresento um extrato da conclusão de meu último livro, “Quando a Lagoa era subúrbio: os clubes náuticos, a produção do espaço e o processo de gentrificação”, disponível em

https://historiadoesporte.wordpress.com/2022/02/23/quando-a-lagoa-era-suburbio-os-clubes-nauticos-a-producao-do-espaco-e-o-processo-de-gentrificacao-novo-titulo/

Um abraço grande, Victor.

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Nos anos finais da década de 1930, a nova estruturação do remo fluminense e as mudanças do perfil societário da Lagoa colocaram em xeque a existência da Federação Náutica. Em 1937, Lage e Piraquê anunciaram o desejo de se filiar à Liga Carioca. Ao final, ambos se ligaram à Federação Aquática, deixando, do Distrito da Gávea, somente o Jardinense na antiga entidade que, de toda forma, ainda tentou se manter ativa mobilizando outros associados. A essa altura, a União já estava extinta.

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Garagem do Piraquê. A sede se encontrava em terreno cedido pela prefeitura e era considerada bem instalada, ainda que modesta. Diário da Noite, 26 fev. 1937, p. 6.

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Vale considerar que o Lage deixara de possuir o barracão que mantinha na Lagoa por o proprietário do terreno não querer renovar o contrato de aluguel, interessado que estava no movimento de especulação imobiliária que havia na região. Na verdade, vários clubes foram atingidos nesse processo, no decorrer do tempo perdendo seu lugar para a guarda de material e embarcações.

A despeito disso, sob novo formato e com diferentes protagonistas, paulatinamente as iniciativas de remo se concentraram na Lagoa, não sem resistências, notadamente advindas dos clubes do Centro e de Niterói. De fato, boa parte das agremiações que não conseguiram se instalar na Gávea, no decorrer do tempo, deixaram de participar das regatas, tais como o Natação e Regatas, o Boqueirão do Passeio e o Internacional (sediados na Praia de Santa Luzia), bem como o Icaraí e o Gragoatá (da, na época, capital do Estado do Rio de Janeiro).

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Raia olímpica montada na Lagoa. O Globo Sportivo, 18 jan. 1940, p. 6

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Na Lagoa, é bem verdade, problemas estruturais interferiram no cotidiano dos clubes e na realização de eventos, tais como a mortandade de peixes e o assoreamento, ocorrências que feriam mesmo os desejos da prefeitura e do mercado imobiliário de valorizar e mudar o perfil da região. A propósito, as obras constantes promovidas pelo poder público, em diversos momentos, também criaram empecilhos para o pleno funcionamento das iniciativas náuticas.

Havia ainda a limitação de não haver um pavilhão como o que existiu por quase três décadas em Botafogo. Nesse aspecto, a construção do Estádio de Remo, realizada entre 1953 e 1954, aproximadamente onde antes fora a Praia do Pinto, mesmo sendo uma obra cercada de polêmicas e problemas, foi mais um contundente sinal de que para a Lagoa deslocara-se a prática da modalidade na cidade do Rio de Janeiro, da mesma forma que o foi a chegada de antigos e prestigiosos clubes no bairro – caso do Flamengo e depois do Botafogo e Vasco.

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Regata com público lotando o Estádio de Remo. Manchete Esportiva, 28 jul. 1956, p. 28.

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Houve, portanto, um duplo processo de gentrificação: do esporte e do bairro. Vale a pena lembrar que, a partir de meados da década de 1930, foram fechando suas portas as fábricas sediadas na Gávea. Em 1937, quando se definiu o zoneamento do Rio de Janeiro, excluiu-se a Zona Sul como área industrial. Nesse processo, a prática do remo na Lagoa foi adquirindo um novo sentido, não mais elogiada por ser expressão dos cuidados com os operários, mas sim de um estilo de vida burguês.

A Lagoa passara por muitas mudanças. Ainda que continuasse sendo por algum tempo uma região de baixa densidade populacional, já havia sinais do que seria seu futuro como área nobre da cidade. Logo deixaria de ser encarada como um subúrbio e seria considerada parte de uma Zona Sul valorizada.

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Treino de remo do Flamengo. A Noite, 30 mar. 1939, p. 7.

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No que tange à trajetória das agremiações náuticas pioneiras do Distrito da Gávea, o Piraquê e o Caiçaras se mantêm em funcionamento até os dias atuais, aquele com mais dificuldades, mas sempre permanecendo na Lagoa e Jardim Botânico. O Lagoense se extinguiu em meados dos anos 1930 e o Jardinense em 1939, por decisão dos associados remanescentes em assembleia. O Lage ainda seguiu ativo até a década de 1950, até ser despejado de sua sede na Praia de Botafogo (n. 440) e não ter mais como se manter. Nos seus anos finais, praticamente só acolhia bailes.

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Público acompanhando regata nas margens da Lagoa. O Globo Sportivo, 25 mar. 1939, p. 11.

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Perceba-se como as trajetórias dos clubes náuticos da Lagoa são boas expressões do processo de urbanização do Rio. A União, a princípio, reunia as agremiações do “subúrbio” da Gávea, um espaço que foi se integrando à cidade e passando por mudanças. Uma divergência de uma de suas filiadas deu origem à Liga Náutica, depois Federação Náutica, que atraiu sociedades de outros bairros. Como reação, a União se aproximou ainda mais da Federação Brasileira, majoritariamente formada por setores médios e altos, promotora de regatas na Baía de Guanabara. Com isso, associações prestigiosas também conheceram as águas lacustres da Zona Sul num momento em que a Enseada de Botafogo apresentava problemas para a manutenção dos treinos e organização dos eventos.

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Guarnição do Flamengo a caminho de páreo. O Globo Sportivo, 18 jan. 1940, p. 6.

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Os conflitos, portanto, acabaram por chamar ainda mais a atenção para o potencial náutico da Lagoa. No decorrer do tempo, algumas agremiações ligadas à Federação Brasileira se transfeririam para a Gávea, num momento em que as antigas sociedades náuticas locais enfrentavam dificuldades pari passu com o fim das fábricas que lhes deram apoio. Não surpreende saber que somente o Piraquê manteve as portas abertas, exatamente aquele clube que menos era dependente da experiência fabril, o primeiro a romper com a União.

Entre o público que acompanhava as regatas da Lagoa, a princípio, havia mesmo muita gente, de alguma forma, ligada às empresas fabris, moradores do Distrito da Gávea que possuíam várias opções de lazer, entre os quais os esportes náuticos. A composição societária das agremiações lagoenses era diversa, mas muitos dirigentes, remadores e associados eram funcionários das fábricas. Não me parece equivocado dizer que se tratava de um remo operário num bairro operário.

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Largada de páreo realizado na Lagoa. O Cruzeiro, 30 set. 1939, p. 27.

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Com as mudanças no perfil do Distrito, os clubes deixaram de ser liderados por operários, não sem que houvesse tensões e conflitos. Mais gente de estratos médio e alto começou a protagonizar os caminhos das antigas sociedades náuticas. Surgiu ainda uma agremiação que era plena expressão do processo de gentrificação da Lagoa, o Caiçaras, responsável por dinamizar outra modalidade na região, a vela.

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Regata promovida pelo Caiçaras. O Cruzeiro, 17 jul. 1937, p. 16.

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O processo de gentrificação, contudo, teve que lidar com o surgimento das favelas. Durante algum tempo, até que essas comunidades fossem brutalmente removidas, conviveram resquícios do passado e expectativas de futuro, algo que deixou alguns registros, como a imagem a seguir.

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Na imagem se vê a convivência entre novos clubes (nesse caso, o Monte Líbano), as novas construções habitacionais e os barracos e favelas. O Mundo Ilustrado, 3 set. 1960, p. 7.

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Essa convivência também se registrou no que se refere às iniciativas náuticas. O Caiçaras conviveu durante anos com a favela da Ilha das Dragas, cuja remoção foi marcada por forte resistência.

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À frente, o Clube dos Caiçaras; à direita e à frente, a Favela da Ilha das Dragas. Entre as duas, o Jardim de Alá. Disponível em: http://saudadesdoriodoluizd.blogspot.com/2017/12/ilha-das-dragas.html

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Seria uma questão de tempo para que o processo de “saneamento social” fosse completo. A matéria de um jornal explicita uma das justificativas utilizadas para a remoção da comunidade da Ilha das Dragas: “A miséria dos favelados causa má impressão aos estrangeiros que frequentam o Clube Caiçaras”. O cronista foi direto ao ponto:

A miséria refletida no amontoado de barracões que se estende por toda ilha é a principal razão porque a diretoria do clube vem forçando o despejo dos favelados. Dizem que o espetáculo é deprimente e que dá má impressão.

Obviamente, havia a questão do saneamento, mas vejamos o que se anunciou em outro periódico: “Os clubes próximos, Caiçaras, Pira-quê e Paissandu, não têm canalização de rede sanitária. Toda matéria é desembocada na Lagoa. Isto é um verdadeiro atentado contra aquele bairro”. Essas críticas, por certo, não tinham a repercussão das condenações que havia às favelas.

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Páreo realizado na Lagoa tendo ao fundo uma das favelas que havia na região. Manchete Esportiva, 28 jul. 1956, p. 9.

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Enfim, o antigo bairro operário, depois marcado pela existência de favelas, se tornou uma região de moradia de gente privilegiada economicamente, um cartão postal de uma cidade que adora exultar suas belezas naturais e a integração harmoniosa dessa com uma cultura exuberante, sempre, contudo, escondendo suas mazelas embaixo do tapete. O que procuramos argumentar é que os clubes náuticos foram indícios e agentes desse processo de transformação.

Inegavelmente, foram produtos e produtores do espaço.

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“Travaram um grande rolo, a pau”: carreiras, jogo do osso e a Porto Alegre que deveria se civilizar

11/04/2022

por Cleber Eduardo Karls (cleber_hist@yahoo.com.br)

E um jogo brabo, pois não é? Pois há gente que se amarra o dia inteiro nessa cachaça, e parada a parada envida tudo: os bolivianos, os arreios, o cavalo, o poncho, as esporas. O facão nem a pistola, isso, sim, nenhum aficionado joga.

(João Simões Lopes Neto – Jogo do Osso)

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João Simões Lopes Neto, possivelmente o maior literato regionalista do Rio Grande do Sul, inicia o seu conto Jogo do Osso (1912) enfatizando: “eu já vi jogar-se uma mulher num tira de taba (sic). Foi uma parada que custou vida… mas foi jogada!” Mesmo considerando-se a licença poética do autor, não é impensável que jogatinas como essa relatada pelo pelotense tenham, realmente, acontecido nos mais distintos rincões do sul do Brasil entre os oitocentos e o início do século passado. No conto de Lopes Neto um pouco do gaúcho rural, arredio, violento, criado no lombo do cavalo é exposto. Personagens literários, mas que em Porto Alegre se materializavam e faziam parte do cotidiano da cidade, dividindo espaço com refinados comerciantes ingleses ou letrados alemães.

https://g1.globo.com/rs/rio-grande-do-sul/video/jogos-farroupilhas-veja-as-regras-do-jogo-do-osso-4434717.ghtml

A Porto Alegre do final do século XIX e início do XX era uma cidade de contrastes, um tanto dicotômica. Por um lado, a capital mais meridional do Brasil era um exemplo de modernidade e integração com seus vizinhos platinos. Local de amplo desenvolvimento comercial e cultural. De acordo com os viajantes do Velho Mundo que pelo sul do Brasil aportavam, este destaque era especialmente promovido pela grande quantidade de imigrantes europeus que na capital do Rio Grande do Sul fixavam moradia e desenvolviam suas atividades.

O francês Saint-Hilaire, que esteve no Brasil em parte do primeiro quartel do século XIX, anotou que “aqui (Porto Alegre) lembramos o sul da Europa e tudo quanto ele tem de mais encantador”. Outro ponto destacado é a capacidade associativista, lembrada pelo germânico Reinhold Hensel, que desembarcou no sul do Brasil em 1865 e relatou que os clubes de Porto Alegre reúnem “todos aqueles que tem a educação como exigência e ao mesmo tempo sentem necessidade de entretenimento e sociabilidade”.

Se Porto Alegre era reconhecida como um modelo de desenvolvimento e civilização, levando-se em consideração os aspectos eurocêntricos que balizavam esses conceitos, outras características relacionadas às origens históricas do local apontavam traços de “atraso”, “selvageria”, retratados por viajantes e pela própria imprensa. Esses atributos deveriam ser eliminados, substituídos. Dois exemplos de atividades que são marcantes nessa jornada em busca da “civilização” são as carreiras e o jogo do osso, também conhecido como tava. De uma forma bem simplificada, as “carreiras” eram corridas de cavalo, geralmente realizadas em cancha reta, sem regras muito definidas ou elaboradas. Já a tava é jogada com uma peça homônima. É um osso retirado do calcanhar do boi cujo nome é astrágalo. Basicamente, é um jogo de arremesso, onde a pontuação varia de acordo com a posição da tava após o lançamento.

A exemplo de muitas vozes que buscavam contribuir para que a capital do Rio Grande do Sul se modernizasse, a imprensa da época se posicionava militando por novos hábitos, preferencialmente europeus. A Gazeta de Porto Alegre, em 15 de maio de 1880, destacava que “as carreiras entre nós são em geral por sistema muito primitivo, isto é, corredores em manga de camisa, com o lenço amarrado na cabeça e em cavalos não encilhados”. Era necessária a modernização, a adequação da prática tão comum entre os sul-rio-grandenses ao modo europeu. Conciliar a habilidade do cavaleiro gaúcho, que foi comparado a um centauro, às técnicas e aos cavalos europeus puro sangue seria um fator fundamental para o sucesso do hipismo em Porto Alegre, esse sim, um hábito civilizado. Seguindo a sua campanha, o periódico se colocava destacando que “a civilização tem suas exigências; os usos do século passado não servem para o nosso século; uma populosa cidade, como a nossa, deve possuir um clube de corridas, em que o estrangeiro possa reconhecer o sistema usual em todos os países”.

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Já com relação ao jogo do osso, os registros indicam uma forte perseguição a prática. Em 31 de maio de 1895 a Gazeta da Tarde relatou uma busca numa “tavolagem” no Café e Bilhar situado a Praça da Alfândega. Ainda o artigo denunciou outros locais de jogatina na Rua do Rosário e Ladeira, onde, de acordo com o jornal, “o jogo continua com grande perigo para a tranquilidade doméstica de muita família”. A opinião do periódico fica clara quando ele destaca que “as consequências desse vício são terríveis” ou, ainda, quando aponta que o jogo é o “inimigo da sociedade”.

Relatos de confusões por conta de impasses no jogo do osso não eram raros. O Le Petit Journal de 28 de junho de 1905 relatou que “em uma cancha do jogo da tava (osso) dentro de um cercado, no Arraial da Baroneza, alguns indivíduos que ali se achavam e por questão de paradas, travaram um grande rolo, a pau”. O mesmo jornal, mas agora em 14 de outubro do mesmo ano, destacou que “no pátio existente ao lado da Igreja das Dores, vários vagabundos costumavam jogar o osso, cartas, etc”. O periódico ainda apontou que a polícia compareceu ao local mas conseguiu prender apenas um dos indivíduos envolvidos.

Como fica claro, essas práticas, apesar de comuns, eram marginalizadas e colocadas em um status de inferioridade perante uma Porto Alegre que estava se desenvolvendo. Diversões tradicionais do Rio Grande do Sul como as carreiras e o jogo do osso estavam perdendo espaço para outras atividades estrangeiras, vistas como civilizadas/civilizadoras. É o caso do turfe, das regatas e do ciclismo, por exemplo, que representavam o avanço, a tecnologia e colocavam a capital dos gaúchos em consonância com as grandes metrópoles mundiais.

Cabe destacar que essas práticas não desapareceram por completo. Ainda é comum no interior do Rio Grande do Sul a realização das tão afamadas carreiras, assim como de partidas do jogo do osso. É importante ressaltar que esse último, assim como outros divertimentos tidos como tradicionais como o truco cego, truco de amostra, a bocha campeira, entre outros, foram regulamentados pelo Movimento Tradicionalista Gaúcho (MTG) como forma de “preservar e divulgar os hábitos, os costumes, as tradições e o folclore rio-grandense”. Ganharam status de “Esportes Tradicionalistas do Estado do Rio Grande do Sul” e possuem competição de caráter nacional. No entanto, uma série de normas enquadraram os contemporâneos participantes. De acordo com o regulamento do MTG, está proibida a premiação em bebida alcoólica, apostas diretas envolvendo dinheiro ou outros quaisquer valores. Até mesmo esses jogos foram afetados pela moralizante modernidade…

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